Brasilia (EFE).- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cumple este sábado seis meses en el poder, en los que ha superado una asonada golpista de simpatizantes bolsonaristas, recuperado los programas sociales de sus anteriores mandatos y devuelto la estabilidad institucional al país, pese a las tensiones con el Congreso.
El 8 de enero pasado, tan sólo una semana después de que el líder progresista asumiera su tercer mandato como jefe de Estado de Brasil, tras dos cuatrienios seguidos entre 2003 y 2010, Lula se vio sorprendido por el asalto de miles de seguidores radicales del expresidente y líder ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) a las sedes de los tres poderes, en un intento de forzar un golpe de Estado.
Después de tres meses acampados frente a los cuarteles del Ejército en las principales capitales del país pidiendo una intervención militar para derrocar a Lula, los bolsonaristas atacaron y depredaron las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema, pero su acción fue rápidamente neutralizada y cientos de invasores terminaron en la cárcel, en donde aguardan juicio.
Política exterior y reaproximación con otros países
Diferente de Bolsonaro, que en sus cuatro años viajó poco y fue impedido por las restricciones sanitarias de la pandemia, Lula ha cumplido una intensa agenda internacional, en la que ha visitado hasta ahora once países.
Los viajes de Lula comenzaron en enero con su participación en Buenos Aires en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), luego pasó por Uruguay, Estados Unidos, España, Portugal, Emiratos Árabes Unidos, China, Reino Unido, Japón, Francia, Italia y el Vaticano.
El líder progresista también intenta sobresalir internacionalmente como el mediador de un posible acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, parte de la prensa internacional y brasileña ha criticado duramente a Lula por sus opiniones sobre la guerra, en las que supuestamente deja ver su inclinación por Rusia, y por la defensa de cuestionados Gobiernos de izquierda en la región, como los de Venezuela -del que defiende su cuestionada democracia- y Nicaragua.
De igual manera, opiniones sobre Argentina elogiando a su colega Alberto Fernández por la gestión económica, abogando por ese país frente a organismos económicos internacionales y prometiendo ayuda financiera, han sido blanco de fuertes criticas de la oposición.